Alejandro Neme


Necesito tu perdón.
Necesito que me perdones por no ser poeta romántico, como aquellos que a vos tanto te gustan. Te pido disculpas por no expresar en un soneto las emociones que nacen de mi alma cuando te sueño y que mi pobreza léxica jamás podrá precisar por escrito.

También te pido perdón por nunca animarme a una historia sonrosada y de conclusión feliz, falacia perfecta de nuestra historia. Tal vez nunca escriba nada así. Quizá nunca viva nada así. Deambulo por calles dominadas por  sombras que alguna vez supieron ser personas y cuyas vidas son fuente para mi prosa. La furia de mis experiencias están muy lejos del cariño que me has demostrado. Aunque necesite nutrirme de este mundo deteriorado, quiero que sepas que nuestro paréntesis es el recuerdo que más me acecha en las horas de insomnio.  Tus palabras, compañeras de mi breve lapso de alegría, empantanan mi raciocinio y me arrojan al borde de la locura y de la culpa. Culpa por no tenerte. Culpa por haberte dejado, llorando por mi ausencia siempre presente. Lo único que me calma en las noches y me deja sucumbir ante Hipnos es el recuerdo de tu sonrisa, única riqueza que atesoro en mi memoria. 

Y te pido perdón por no ser como el poeta, a quien elegiste después de mi abandono, y quien pudo ofrecerte aquello que yo jamás te podré dar. Quiero que sepas que a lo mejor él pudo dedicarte los versos más tristes una noche, versos cuyo influjo te tomaron de la mano y te acompañarán de ahora en más por un sendero de ensueño de narcisos y tulipanes. Pero estoy seguro de que su ostentación con la metáfora, la aliteración o el retruécano no podrán falsificar en estrofa la intensidad del amor que alguna vez te tuve y que sigo teniendo.

--

Solo la acompañó el brillo de la oscuridad luego de que la pesadilla la arrancara del descanso. El ruido de la noche era más perturbador que la sucesión de imágenes que acababan de pasar por su cabeza. Los remanentes del sueño habían sido tan vívidos que no pudo evitar el entumecimiento de las piernas. Un sudor frío le recorrió la espalda, congelándola en ese instante de miseria perpetua. Tal era su dolor que ni frunció el ceño cuando se le humedecieron los ojos al recordar que ella estaba sola, que a su lado en la cama no había poeta alguno y que esa figura que acababa de soñar jamás había existido.
 ¿Hay algo peor que un domingo? Sí, un domingo solo en Bristol.



--
La siguiente publicación formó parte de mi diario de viaje. A la noche, antes de dormir, escribía en el celular lo que me había pasado en el día. Otros posteos sobre el viaje:

--

No me cabe la menor duda de que esta ciudad es hermosa. Es mucho más linda y limpia que Londres. Durante el día es muy tranquilo. Hay movimiento de gente pero no es la locura que experimenté en Westminster. La gente no vive alocada ni hay turistas en ningún lado. Es más, me da la sensación de que fui el único turista del mundo en venirse para acá. 

Pero hay un problema: las tardes en Bristol son el colmo del aburrimiento. Son las 5/6 y está todo cerrado. No ves un alma en la calle. Seguramente están cenando en casa. O capaz están viendo tele o en un pub. Pero me llama la atención que no haya nadie, ni siquiera en el Café Nero del centro.


Buenos Aires le pasa el trapo al Reino Unido. En lo que respecta a la actividad, claro está. En Baires son las 8, 9 de la noche y todavía hay lugares abiertos. Los restoranes, por ejemplo, trabajan hasta la madrugada. Ni hablar los boliches. En ese sentido Buenos Aires me resulta más viva. Debe ser una cuestión cultural:  el clima inhóspito que antaño obligaba a los nativos a volver a su casa de inmediato. Era volver o morir de frío. Eso quedó. De otra manera no me puedo explicar que no haya nadie aunque falten un par de horas para que anochezca.



Cuando posteo algo en Facebook siempre aclaro que el viaje no es cada una de las fotos que comparto. Muchas veces pensamos que las vacaciones de otra persona son las fotografías solamente. Claro, en las fotos vemos gente  feliz nomás. No me cabe ninguna duda: una parte importante de un viaje es esa satisfacción de conocer nuevos lugares, esa sensación de ser un grano de arena en un inmenso planeta que jamás podremos conocer de par en par. Pero por otro lado me pregunto: ¿qué otras cosas les pasa por la cabeza mientras viajan? ¿Sienten miedo, angustia, resignación, sorpresa, o soledad como me pasa ahora a mí?

Viajar solo tiene estas cosas: no podés compartir nada con nadie. Por un lado está bueno hacer lo que uno quiere sin la necesidad de consultarle a otro. Pero en días como el de hoy, en los que no hay nada para hacer ni nadie con quien hablar, se torna un poco pesado. Sí, decidí viajar así. Lo haría de nuevo. Si con 10 días de estadía me siento de esta manera, ¿cómo se sentirán los inmigrantes que dejan sus tierras durante mucho más tiempo?



Me pasó algo curioso hoy en la parada del colectivo. Después de merendar, esperaba el bondi en la parada y en eso aparece un viejito arrugadísimo que empieza a hablar en un inglés muy, muy cerrado. No recuerdo su nombre. Me lo dijo, pero mi memoria es muy mala. Recuerdo que al preguntarle "how's it going?" me respondió que luchaba contra el cáncer y que salía  caminar porque quería disfrutar la vida que le quedaba. Me rompió el corazón. Intuyo que, salvando las distancias, él también se sentía solo. A veces uno quiere hablar con alguien y no tiene con quién. Supongo que el viejito, al igual que los abuelitos de Buenos Aires, charlan con cualquiera que se les cruce. Quiere que lo escuchen. Quiere contar su historia. Todos queremos contar nuestra historia.

Me preguntó sobre la guerra. Me imaginaba que alguien del Reino Unido. Antes de viajar imaginaba que alguien me iba a preguntar sobre las Falklands. Jamás se me pasó por la cabeza que hablaría de las Malvinas en una parada de colectivos. En particular me preguntó: ¿por qué los Argentinos invadieron las islasnen el  82?  (Claro: Galtieri hizo el primer movimiento armado ese año porque quería perpetuarse en el poder. De ahí que los argentinos hayan sido los invasores).
Le respondí: un dictador borracho.
Me respondió: y acá hubo una tirana. Es una lástima que los países vayan a la guerra. Tenemos dos países hermosos y nosotros tendríamos que ser hermanos. Hay que disfrutar la vida. Algún día nos vamos a rebelar contra los que nos mandan a matar.

Me emocionó muchísimo.

.

Permítame resumirle mi historia.

Mi vida viró para siempre gracias al trágico accidente de mis padres. Primero porque mi tutor fue mi abuelo, un hijo de puta que no me aceptaba por ser el fruto del romance entre su hija y un "fracasado". Pero el accidente también cambió mi forma de ver el mundo. Según las pericias policiales, el auto de mis padres estaba en perfecto estado. Mi mamá había tomado el camino correcto. Era el día correcto y el tráfico mínimo. Su muerte carecía de lógica. Pero yo sí estaba seguro de que había un responsable: un ser invisible había puesto sus ojos sobre nosotros, pincelando con sangre las páginas en blanco de mi vida.

Vivir bajo la tutela de mi abuelo fue una experiencia miserable. Me culpaba de la muerte de su hija. Me obligaba a pasar fines de semanas limpiando su casona antigua porque "no tenía dinero" para pagar una sirvienta más. Además, no quería que estudie. Me decía que mi devenir era el mismo que el de mi padre, un pobretón sin huevos que le había sacado a la hija de su cuna de oro.

Mire, mi única ruta de escape eran los libros. Leyendo literatura fantástica y policial podía fugarme al menos por un rato de mi asquerosa vida. Tal vez las miles de páginas que leí en mi infancia fueron el germen de mi idea.  El viejo no merece vivir. Fue un grano en el culo de todos los que tuvieron que soportarlo. Su ambición y totalitarismo dañaron a decenas de personas, su hija incluida. El mundo estaría mejor sin él. Con su muerte se matarían dos pájaros con el mismo tiro. Por un lado, su existencia dejaría de contaminar nuestro planeta. Por otro, al ser su único heredero, yo podría tener el dinero que me corresponde. Y como tengo unos asuntos monetarios urgentes...

Pensé miles de formas de asesinarlo pero mi cobardía nunca me permitió llevar a cabo tal cometido. Usted se preguntará porqué no espero su muerte, que tarde o temprano llegará. Pero ese es el problema: tiene apenas sesenta años, y es una persona que jamás se enferma de nada. Ya voy a estar muerto el día que el viejo estire la pata.

Es por eso que se lo pido a usted, que tiene las agallas. Ayúdeme. No lo voy a lograr nunca sólo. Todavía tengo una copia las llaves de su casa de cuando vivía ahí. Puedo entrar en cualquier momento. Sólo necesito que usted eche un vistazo por mí.  Con eso me conformo.

--




Las manos enfundadas en guantes negros toman la llave bañada en oro para abrir la puerta. El leve rechinar de la puerta abierta no es ruido suficiente para despertar al viejo, que duerme tranquilo en su cama king. Durante todo el trayecto desde la entrada hasta la cama del futuro muerto, las piernas deben moverse sigilosamente. En el bolsillo interno de la gabardina está el frasco con el veneno. Es simple: el líquido se debe vertir en la botella de agua que está al lado de la cama y que el viejo toma todas las madrugadas a las 4. No le gusta ir hasta la heladera porque el frío de la bebida le lastima los labios.

El asesino toma la botella con sus manos. Cuidado. Despacio. Sin Sonido. No respire. La tapa se abre. Luego saca el frasco de veneno del sobretodo y mezcla el líquido mortal. Todo está hecho. Ahora falta esperar que el futuro difunto tome el líquido... no sufrirá. La muerte será instantánea.

--



—¿Usted quiere hacernos creer que no tuvo nada que ver con la muerte de este señor? ¿Sabe qué? Me parece que nos está tomando el pelo. Tenga en cuenta que está una comisaría. Todo lo que diga puede ser usado en su contra.
—¡No, no tuve nada que ver! No soy el responsable de la muerte de mi abuelo, ¡No hice nada!
—Entonces, ¿cómo me puede explicar que su pariente, sin tener familiares, amigos ni enemigos (salvo usted) haya muerto envenenado? La hipótesis del suicidio es puro cuento, ¡nadie se suicida de esa manera! Míreme a los ojos... todo el peso de la ley va a recaer sobre usted si no habla...
—¿No me mire así, no por favor! Está bien, lo confieso... tuve la idea de asesinarlo. Pero no lo maté... tuve ayuda...
—¿Y quién fue?
—¿Es que no se da cuenta? Mire hacia allá. ¿Ve a aquella persona detrás del monitor?  Es plenamente responsable, porque mató al abuelo con sus ojos. Si no hubiera echado un vistazo, si no hubiera leído lo del guante, lo del veneno, lo del asesinato, mi familiar seguiría vivo. ¡Es su culpa! ¡Él es mi cómplice!
—Entiendo. Tiene razón. Usted que está leyendo. Sí usted que lee. Me temo que va a tener que acompañarme.

"No me lo reproche, Andrée, no me lo reproche. De cuando en cuando me ocurre vomitar un conejito. No es razón para no vivir en cualquier casa, no es razón para que uno tenga que avergonzarse y estar aislado y andar callándose".  Carta a una señorita en París – Julio Cortázar.

Pikachu

Nada cambia


Recuerdo que a los 11 años esperaba la llegada de Pokémon a las pantallas Argentinas con una mezcla de fascinación, miedo y vergüenza. Fascinación porque la temática de capturar animales para evolucionarlos era un avance natural del Tamagotchi que usábamos en el recreo de la escuela. Miedo porque los noticieros y periódicos informaban con notas color Pikachu solo para alimentar el pánico de amas de casa. Y vergüenza porque, según los estándares de mis pares preadolescentes (quienes reafirmaban su adultez expresando su odio hacia la rata amarilla), ya era grande para Pokémon. 

Con Pokémon Go la situación es exactamente la misma pero elevada a la décima potencia. Dieciocho años después, la fascinación dio lugar a una histeria colectiva por atraparlos a todos. Hay unos pocos que juegan sin decirle a nadie por vergüenza al qué dirán. Muchos se sienten con la necesidad de reafirmar su adultez despotricando contra el juego. Y los medios de comunicación siguen levantando su estandarte amarillo sin analizar por qué el juego es un fenómeno mundial.

Pasado


Pokémon se emitió por primera vez en Latinoamérica en 1998. Aunque había nacido como videojuego dos años antes, la marca cobró notoriedad pública por un suceso infame. El 16 de diciembre del 97 un capítulo del animé le provocó ataques epilépticos a 700 niños nipones. La noticia escandalizó a los informativos del planeta. Sí, hablaban de la “fiebre amarilla” que infectaba al país del sol naciente y que producía sus primeros síntomas en costas estadounidenses, pero su foco nunca era el juego sino el riesgo de epilepsia.

simpsons
Por supuesto, ¡el suceso tuvo su parodia en Los Simpsons!

El juego de rol original desarrollado por Nintendo salió para Game Boy en dos formatos: Pokémon Red y Pokémon Green. Si bien el objetivo final de ambos es capturar a todos los monstruos, hay algunos que son exclusivos de cada versión. Ambos generaron furor. Quizá su éxito en Japón fue por el poco espacio en los grandes centros urbanos, con la consecuente dificultad para tener una mascota. Al igual que su contemporáneo Tamagotchi, Pokémon respondía a esa falta.

pokemon japon


Pokémon, entonces, "soluciona" la carencia mascotil. Y lo hace mejor que el tamagotchi por varias razones. La primera es que responde a un deseo básico del ser humano que heredamos de nuestros antepasados de las cavernas: la recolección. El juego presenta como objetivo final capturar a 150 animales. De hecho, esta meta se hace explicita ya desde el eslogan estadounidense Gotta catch’em all. Pero a su vez responde a otra necesidad básica, que es la de progresar y crecer. Los pokemones son seres dinámicos que evolucionan, mejorando sus propiedades de combate. Asimismo, el jugador también sube de nivel como entrenador a medida que los recoge. En tercer lugar, los juegos están enmarcados en una historia que, aunque sencilla, siempre es un fuerte mecanismo motivacional.




Un año después de la salida del juego empieza a emitirse la serie que vimos todos los millenials en nuestra infancia. La historia del animé sigue la narrativa del juego. Un entrenador novato, Ash Ketchum, recorre ciudades, hace amigos y se enfrenta a villanos siempre acompañado de su fiel Pikachu. Con la salida de los juegos y de la serie en los Estados Unidos se inicia la “fiebre amarilla” en occidente, capturando el corazón de millones de niños, incluidos los latinoamericanos.

Presente


pokemon go

.
Pokémon cumple en el 2016 su vigésimo aniversario y lo celebra con una nueva fiebre mundial. A menos que la burbuja explote en nuestras caras, el juego marca un antes y un después en el modo de relacionarnos con la tecnología.

Pokémon Go emula al RPG original transformando nuestra ciudad en mapas interactivos que esconden pokemones. Nosotros somos los héroes. Nuestro objetivo: atraparlos, evolucionarlos y convertirnos en grandes entrenadores. Los Pocket Monsters, que aparecen al azar en el mapa, solo se pueden capturar con pokebolas. Para obtenerlas debemos ir a pokeparadas, donde también conseguimos otros ítems. Entre esos ítems hay inciensos y cebos. Los primeros solo nos sirven a nosotros para atraer a monstruos en nuestro andar; los segundos tienen un uso colectivo ya que sirven para que una parada atraiga a pokemones raros. Claro está, los ítems se pueden comprar con dinero real desde la misma aplicación. En la ciudad hay además pokegimnasios que podemos dominar en nombre de un clan.

pokeparadas
Las pokeparadas rodeadas de flores: son los cebos que atraen pokemones.

Pokémon Go sobresale por la utilización de la realidad aumentada como mecánica lúdica activa. En teoría, los pokemones viven escondidos dentro de nuestro mundo. Para capturarlos necesitamos nuestros teléfonos móviles para interactuar con la ciudad. Debemos encontrar lugares pintorescos que ofician de paradas para recolectar ítems. Y cuando aparecen los "bichitos", tenemos que capturarlos con pokebolas.

El maldito se me escapó.

Pokémon Go tuvo aceptación abrumadora. Aquí resumo algunas de las razones:

a) Utiliza por primera vez una tecnología novedosa: la realidad aumentada;
b) El juego presenta una estructura lúdica sólida que impulsa a seguir jugando;
c) Está orientado tanto a fanáticos de la saga como a jugadores casuales;
d) Tiene un importante factor social porque obliga al gamer a salir de su casa;
e) Promueve las caminatas;
f) Al ser una licencia con 20 años de historia el factor nostalgia le pega fuerte a varias generaciones.

La respuesta hacia el juego fue tan positiva que superó a Tinder, Facebook y Twitter en número de usuarios. Le ganó al Porno y a Candy CrushEnloqueció a miles de personas alrededor del globo. Generó actos violentos. Produjo odios encarnizados y disputas online.
Docentes utilizaron la mecánica de atrapar pokemones para enseñar en sus clases. Los medios masivos, que no suelen hablar de juegos, volvieron a ponerse la remera de Pikachu con notas falsas.
Generó 200 millones de dólares desde su salida y factura por día entre 10 y 20 millones.
En el mundo de la mercadotecnia se habla de pokemarketing (la utilización de los cebos para atraer clientes) y muchos negocios físicos que tienen una pokeparada cerca vieron un aumento en sus ventas. Hasta estuvo en boca de presidentes latinoamericanos que se preocupan más por un juego que por su país.

Futuro


augmented reality


Imaginar el futuro es difícil porque la historia está repleta de predicciones ridículas que jamás se concretaron. Sin embargo, los cambios tecnológicos actuales avanzan a una velocidad exponencial al mismo tiempo que nosotros seguimos con miopía de pensamiento lineal. Por poner un ejemplo: ¿imaginan un mundo sin smartphones? ¿Recuerdan la vida sin la Internet? Apenas pasaron 20 años desde el inicio masivo de la red de redes. Los que nacimos en la intersección entre lo analógico y lo digital sí tenemos memoria de la vida en blanco y negro. Pero los que nacieron con una PC bajo el brazo no conciben un mundo diferente. No lo vivieron. Para los niños recién nacidos o los que cursan la primaria, el mundo real es el de Pokémon Go

Para pensar el futuro hay que analizar lo que ocurrió hace unos años, ver lo que sucede ahora e imaginarnos 15 años en el futuro. Pokémon Go es la primera aplicación en la historia moderna que masifica la realidad aumentada, permitiéndonos combinar el mundo real y el virtual con nuestros celulares.  Aunque es verdad que podría ser una moda pasajera tal como el sensor de movimientos de Wii o la cámara Kinect de XBOX,  no podemos negar el éxito rotundo de Pokémon Go. Tal éxito demuestra un interés genuino de las masas por la RA.

kinect fail
Sí: con Kinect nos quisieron vender esto como la nueva forma de entretenimiento.


Como toda tecnología emergente, los inicios no son maravillosos. Los mecanismos de interacción del juego son repetitivos y plomizos; tirar pokebolas y capturar a nuestros amiguitos virtuales puede ser frustrante; y  la batería del celular muere al poco rato. Pero si comparamos la primera internet del 96 o los primeros teléfonos inteligentes con la tecnología actual, podemos ver una evolución sustancial. ¿Y si pasa lo mismo con la Realidad aumentada? El siguiente video puede ser una ventana al futuro de la tecnología.





En agosto de 2016 Microsoft sacó a la venta HoloLens, una gafas que funcionan de manera muy similar a Pokémon Go. Ya sea para aprender anatomía, diseñar motocicletas o viajar al antiguo Egipto y aprender historia “in situ”, HoloLens promete traer la RA a la comodidad del hogar . HoloLens crea hologramas con los cuales podemos interactuar.

Hasta el momento son muy caras (¡3000 dólares!) y aparatosas. Es muy probable que muchas otras compañías se sumen para obtener una tajada de la torta que hoy se lleva Pokémon, ya sea creando sus propios dispositivos o creando software para HoloLens. Por mes se lanzan 20 mil aplicaciones para celulares. Si llegara a ocurrir lo mismo, apenas podemos vislumbrar el tipo de apps que podrían salir para HoloLens.

Tratemos: imaginen la revolución en la educación si podemos estudiar la corteza terrestre viendo imágenes 3D hiperrealistas. Imaginen el efecto que podría tener en ingenieros, diseñadores y arquitectos si pueden usar la realidad aumentada para “ver” sus obras y corregirlas en el momento. Pensemos en nuevas formas de ver películas de terror, de animación o incluso pornográficas.  Si la realidad aumentada genera tanto revuelo como causa Pokémon Go, ¿podría modificar nuestro modo de interactuar con la realidad? Tal vez el tráiler que hypeó a millones de personas nos muestre las expectativas que tenemos por esta tecnología:


Pero más allá de la fascinación inicial, también nos vemos obligados a ser proactivos. Toda tecnología tiene su lado oscuro. Nos guste o no, tanto celular como internet cambiaron por completo las interacciones sociales, al punto que es casi un meme de internet que la gente no se junta más a tomar un café. Un mundo en el que todos prefieren a sus amigos virtuales por sobre los reales es digno de una obra de literatura distópica. Una tecnología tan revolucionaria podría incluso reconfigurar nuestras conexiones cerebrales (para bien o para mal) y hacernos perder noción de la diferencia entre lo real y lo virtual. ¿Cómo sería un mundo en el que ya nadie quiera vivir la realidad real por aburrida? Si las empresas comienzan a capitalizar el éxito de un simple juego, podrían abrir la ventana a un nuevo mundo que desdibuja la frontera de lo virtual y lo real, configurando dos nuevas realidades: la realidad real y la realidad aumentada.


¿El futuro de la humanidad?

Todo cambia


Mientras pensamos nostálgicos en un pasado que se fue, con ansiedad en un futuro que no llega y con asombro ante un presente que nos pega una cachetada todos los días, perdemos de vista los grandes cambios que suceden delante de nuestros ojos.

Hace dos semanas salió Pokémon Go en la Argentina. Todos los que tenemos acceso a internet o a un noticiero esperábamos el juego con una mezcla de fascinación y miedo. Fascinación porque la temática de capturar animales en la realidad y evolucionarlos era un avance obvio del juego virtual. Miedo porque los noticieros y periódicos informaban con notas color Pikachu solo para alimentar el pánico de amas de casa. Pero hoy pocos tienen vergüenza: todos (niños, adolescentes, adultos) hablan del tema, forman grupos para salir a capturar monstruos o ven youtube para informarse o indignarse. Ya nadie es ajeno a los cambios. Ya nadie es demasiado grande para Pokémon. 






Yo no tengo pesadillas. Tengo sueños. Incluso cuando mis piernas se quedan inmóviles mientras me persigue una criatura, la adrenalina de esa situación límite es tan placentera que transforma un delirio onírico en un recuerdo memorable. Es más, hace unos años mis sueños me entusiasmaron tanto que quise controlarlos. Los sueños lucidos son fascinantes pero esa ya es otra historia que algún día voy a contar.

A pesar de todo lo que dije, ayer a la noche tuve una pesadilla. Un terror nocturno paralizante. Pero fue algo más: fue una metapesadilla. Mientras yo dormía, soñaba que dormía y soñaba. ¿Y qué soñaba? Que dormía y soñaba. Como una mamushka, pesadilla se encajaba en pesadilla, formando un hilo conductor hasta mi persona física, dormida y paralizada.

En la pesadilla madre (difícil saber cuál era) estoy acostado en la cama sin querer cerrar los ojos porque hay algo que me aterra. Decenas de sábanas y frazadas me cubren de pies a cabeza. El calor me asfixia.  Tengo un zumbido en los oídos que aumenta en decibeles poco a poco.

Mientras pienso desesperado que necesito escapar de la parálisis, veo en tercera persona mis alrededores, casi como si fuera una película. Todo parece normal. Los apuntes desordenados que leí la noche anterior están en el piso. Sobre una silla que suele cumplir la función de perchero se ve el Aleph abierto en la página 72. Hay zapatillas rotosas y medias sucias debajo de mi cama. Mis lentes reposan sobre un vaso de agua vacío. Las ventanas de mi habitación, que dan al patio de casa, están abiertas de par en par trayendo del exterior aire caliente. En alguna de las capas de la metapesadilla creo que mis cobijas no son las que me asfixian; las responsables son las bocanadas de aire que vienen de afuera.

De un plano cenital que muestra mi cuerpo durmiendo paso a un primerísimo primer plano de la ventana. De repente lo veo. Hay alguien o algo ahí afuera. ¿Un ladrón, un asesino? ¿Un monstruo listo para devorarme? Vuelvo a la vista en primera persona, saco la cabeza de adentro de las cobijas para confirmar si efectivamente hay alguien ahí.




Aterrado, mi cuerpo durmiente, el real, había entrado en un estado de parálisis aun mayor al anterior.  Quiero moverme, sin tener éxito. El zumbido aumenta más y más de intensidad, tanto que llego a creer que mis tímpanos se destruirían. Mi cuerpo soñador no puede reconocer la figura que espía desde afuera. La luz de la luna empapa el patio, delineando la silueta del ser que acecha desde afuera.

Mientras tanto, desde mi cuerpo real pienso en la muerte. Mi cuerpo paralizado y mi mente entran en pánico al imaginar que al día siguiente alguien encontraría a mi cadáver en rigor mortis, sin estarlo. Me imagino consciente durante la autopsia y el funeral, gritando por favor que dejen de hacerme daño porque estoy vivo. Imagino a los sepultureros enterrándome mientras grito sin ser escuchado. Me imagino repleto de gusanos comiendo mi cuerpo putrefacto.

Durante un segundo mi yo soñador cree reconocerlo. Trata de despertarse, sabe que va a morir, pero las cobijas funcionan como una prisión que lo encarcelan en la metapesadilla.

Tengo miedo. De nuevo trato de escaparme de mi prisión onírica, quiero irme. No puedo. Quiero mover las piernas y los brazos pero mi cuerpo tiene el triple de peso y siento un fuego que emana de mi alma.

Él me obliga a soñar, me fuerza a verlo.

Utilizando las pocas fuerzas que me quedan, giro la cabeza y poso mis ojos sobre el ente diabólico: la única defensa posible que me queda es desafiándolo con la mirada. A medida que paso la vista por todo el cuarto para llegar hasta Él, siento que la distancia entre los dos se agranda, casi como si de una forma sobrenatural el espacio se ensanchara entre nosotros para que Él continuase con la tortura. Pero finalmente llego y lo miro a los ojos. Me mira. Nos miramos.




Quedo estupefacto: lo reconozco. No puedo creer que Él me había obligado a verlo. No puedo creer que Él había originado la metapesadilla.




No puedo creer que espiando detrás de la ventana... me encontraba yo mismo.


La siguiente publicación formó parte de mi diario de viaje. A la noche, antes de dormir, escribía con el celular lo que me había pasado en el día.

Parte 1 de mi viaje 2015: encontrando un pasaje.
Parte 2 de mi viaje 2015: organizando el itinerario.

Parte 3 de mi viaje 2015: la partida, el vuelo y el primer día.
Flashback: Caminando bajo la lluvia.
Flashback: Londres se quema.


Freud
"Sí, mientras hablás te estoy psicoanalizando. Ah, sí, el cigarro es un pene".

Como parte del "Festival del inconsciente", el museo de Freud en Londres presenta diferentes instalaciones artísticas que tratan de reflejar el trabajo del viejo. La que más me gustó es The portrait of Jean Genet. En la última entrevista que dio antes de morir, el poeta francés Jean Genet le responde lo siguiente al entrevistador: "Vous avez dit, L’Amour?” (“¿Dijiste amor?”), “J’ai entendu La Mort” (“Yo entendí la muerte”). Este video se repite sin parar acompañado de una música sombría.


Según Joe Banks, el artista que hizo la instalación, en la entrevista se pueden apreciar la relación entre el amor y muerte, eros y tánatos, y los actos fallidos que se manifiestan en lo que uno escucha. Al lado del video con esta frase hay un cubo que gira hacia el lado que la mente decide verlo. ¿Hacia la derecha? ¿Hacia la izquierda? Según el artista, la la forma de percibir esta imagen refleja el inconsciente del que habla. The portrait of Jean Genet trata de revelar cómo sus experiencias de vida afectaron al poeta en su concepto de la vida y la muerte.
(Seguro que mis amigos artístas y psicólogos me cagan a trompadas si llegan a leer el último párrafo. Haber estudiado un poco de Freud no me hace un experto).
Igual, creo que algunas obras confirman el prejuicio de que el psicoanálisis es todo penes y vaginas como fuente de nuestros problemas...


Freud

El museo, ubicado en 20 de Maresfield Gardens en Hampstead, es en realidad la casa en la que vivió Freud después de escapar de la ocupación Nazi. 

casa freud

Se puede visitar el estudio del viejo y es realmente tremendo ver la cantidad de reliquias que tenía: antigüedades que fue coleccionando, predominantemente de las culturas romanas, griegas y egipcias. Es casi como entrar a un mini museo de un antropólogo. ¿Su obsesión por a colección de reliquias antropologicas quizá refleja su obsesión por el pasado reprimido del inconsciente de sus pacientes? Ah, ¡y se puede ver su diván! Lástima que no pueda sacarle ninguna foto


estudio y divan
Foto tomada de Time Out


Me encantó este museo.


14/8/2015

Previamente en “2015, Odisea al Reino Unido” aun siendo un marginal monotributista, Neme "el del barrio" se compromete en el 2015 a viajar a Gran Bretaña. Cuando todo parece perdido, un viejo mago de barba larga una publicidad emergente no le ofrece ni porno ni viagra. Le ofrece un pasaje a un precio muy inferior al habitual. Así nuestro héroe comienza su travesía… 
No, mentira, porque siguió en 11102 KM De Viaje Al Reino Unido, artículo en el que Neme TODAVÍA NO SE FUE porque se enfrentó a su primer desafío: luchar contra las ganas de viajar por todo el continente en apenas 30 días. Ahora sí, pasemos a la parte 3. Por ahí ahora sí se toma ese fucking avión. 

Tube

 ¿No les pasa que antes de un viaje tienen dificultades para conciliar el sueño?

La madrugada del 21 de julio del año 2015, día en el que partía mi vuelo a Londres, no pude pegar un ojo. No fueron los nervios por mi primer viaje en avión ni tampoco la ansiedad de cumplir un sueño que tenía desde muy chico. Nada de eso. Mi problema fue detonar mi teléfono celular al actualizar el software. 

La noche anterior a mi vuelo toqueteé el firmware de mi HTC M7 piratón porque se tildaba. Como soy un estúpido no soy un experto, seguí mal un tutorial y el celu dejó de andar a las 11 de la noche, hora en la que yo tendría que haber ido a dormir para despertar fresco la mañana siguiente. Necesitaba el teléfono. Mi idea era comprar un chip en Londres para usar el 4G de allá y ubicarme bien con las miles de aplicaciones que había bajado. ¡Tenía toda la info en el celu!

Luego de horas y horas tratando de entender cómo recuperar el móvil, a las 6 de la mañana logré dar con una página de android con la que pude reinstalar el firmware y salvarlo del coma 4. Como salía de casa a las 8 de la mañana, me tiré a dormir una hora y media. Desperté fresco como una lechuga.

Homero dormido
Descripción gráfica.


Partí de aeroparque con destino a São Paulo en el vuelo JJ8005 de TAM líneas aéreas. En Guarulhos, 6 horas de espera mediante, tomé el avión que me dejó en Heathrow. Ninguno de los vuelos tuvo mayores inconvenientes. En el primero me dieron de merienda un café con una magdalena; en el segundo de cena tuve unos altos ravioles con salsa fileto. Antes del viaje escuché en la radio que el secreto para la buena comida en el avión es pedir comida vegetariana. Si no hacés el pedido antes de volar, el típico "¿carne o pollo?" desemboca siempre en alimentación parecida al vómito perruno. Al menos en el viaje de ida ese consejo no falló. Las pastas estuvieron de 10.
En el viaje de vuelta las cosas fueron diferentes...

Otro detalle curioso del vuelo fueron las películas. Tenía ganas de empaparme con pelis inglesas para manijearme más. Elegí Un lugar llamado Notting Hill. Gravísimo error. Odio las películas románticas y odio a Hugh Grant pero ese día supuse que me iba a copar ver algo con temática londinense. No fue así: la abandoné por la mitad, no sin antes hacer una pasada rápida para ver si alguno tenía un final feliz muriéndose de un tiro en la cabeza. Me gustó tan poco que, a pesar de la sugerencia de todos, no fui ni a palos a Notting Hill. Le doy 2/10 Nemes. 

Notting Hill
NO ME MOLESTES, HUGH. ¡NO VOY A IR!

Otra peli que vi fue Kingsman, una de acción que parodia y homenajea a James Bond. Pero el sueño atrasado terminó abatiéndome: llegué a la mitad. Treinta días después, en el viaje de regreso, vi la segunda mitad de la peli. Le doy 9/10 Nemes.

Antes de viajar averigüé qué hacer en migraciones de Heathrow: me dijeron que si me preguntaban a qué iba al Reino Unido solo tenía que decir tourism. Y que, si me lo pedían, tenía que mostrar las reservas de los hosteles. Por eso, antes del viaje, imprimí todos los papeles indispensables. También me recomendaron no usar las palabras bomb o terrorist, aunque ya lo sabía. Al final me tocó un agente de migraciones muy parecido a Mr. Bean. Muy buena onda. Me dejó pasar así nomás, sin muchas preguntas. 

Dos vuelos, 20 horas y 2 posteos y medio de blog después, ¡por fin! entré a Londres. Decir que estaba al palo no le hace justicia a mi estado en ese día. A pesar de haber dormido poco y mal, parecía que me había esnifado varias líneas de fafafa por el tremendo estado de euforia.

Ahora que ya estaba adentro, tenía dos desafíos: 

 a) Llegar Hostel; 
b) Comprar lo que me hacía falta.

Llegar al hostel 

Solamente tenía que tomar la línea Picadilly de subte en Heathrow y bajarme en Russel Square. A tres cuadras estaba el hostel que había reservado. Para hacer el viaje tenía que comprar por cinco libras la SUBE londinense, la Oyster card, y pagar otras cinco libras para llegar a destino. Fácil.

Piccadily
La línea Picadilly.



 Comprar lo que me hacía falta 

 Ya les dije que viajé con una sola mochila. No era equipaje de mano: era una mochila vieja que usé para ir a la facultad y que tenía tirada porque estaba rota. Antes de viajar la arreglé un poco con la idea de usarla para el viaje de ida, comprarme una de mochilero de 40 litros en Inglaterra y tirar la vieja. Había planeado ir a Cotswold Outdoor, negocio que se especializa en la venta de artículos de trekking, y comprar la mochila Orsprey Farpoint. También quería comprarme unas walking shoes porque sabía que iba a caminar muchísimo. En otras palabras: había que ir, hacer las compras e irme. Fácil.

Cotswold Outdoor
¡Comprar allá me salía más barato que comprar acá!


No fue fácil

De más está decir que soy un pelotudo me resultó difícil. En primer lugar, no sabía llegar al hostel. No había hecho la tarea. Tenía la dirección pero nunca se me había ocurrido averiguar cómo ir. Para sumar errores, en vez de ir de una al hostel y desempacar, decidí ir a la zona de Covent Garden para ver si podía comprar la mochila, las zapatillas y el chip 4G. ¡Sin saber la dirección de los negocios! En Heathrow compré la Oyster e inicié viaje a la estación Covent Garden de la Picadilly Line. 

Viaje en Tube
¡Primera Selfie en el Reino Unido! Si, chotísma la foto.

Toda nueva experiencia se interpreta en términos de aquello que ya conocemos. Utilizamos nuestro conocimiento del  mundo para interpretar los nuevos eventos o aprendizajes que enfrentamos. Por eso aquel 22/7/2015 sentí que mi primer viaje en metro en Inglaterra era como viajar de Constitución a Berazategui en la línea Roca. Sí, absurdo. Pero mis estructuras mentales traducían así ese primer viaje. 

Roca
Recordemos cómo eran los trenes de la  línea Roca hace un año.

Tren de londres
Y acá dos de la línea Picadilly


Si mi idea original era sentirme como un local, lo logré: parecía un campesino que llegaba a la ciudad por primera vez y que no sabía escapar del laberinto londinense. Cada dos segundos le preguntaba a alguien si estaba yendo por el camino correcto. Para mi sorpresa, nadie sabía una goma. El 90% de las personas me ayudaron usando google maps porque no sabían nada de nada. Y aun con su ayuda no hice otra cosa que perderme. En total habré caminado unas 6 horas sin llegar al negocio de trekking.

No me molestó en absoluto. 

Más allá del cansancio físico, estaba feliz. Mi idea original para esos primeros días en Londres era exactamente ese: caminar, perderme, ver y oler la ciudad, comer la comida de la capital culinaria del mundo, hablar con gente, preguntar cómo llegar. Ese primer día estaba fascinado con la ciudad, con la limpieza, con la amabilidad de la gente, con los buses rojos y todo el sistema de transporte público o con los autitos que siempre veía en series de televisión. La fascinación recorría cada centímetro de mi cuerpo y mi cerebro apenas podía con los miles y miles de estímulos nuevos que acaparaban mi atención. El imprevisible clima de Londres me tomaba por sorpresa: nublado un rato, soleado otro rato, llovizna luego. El viento estival me susurraba al oído que todo era tal como lo había imaginado. No podía no sorprenderme al escuchar de refilón conversaciones entre personas y percibir que no utilizaban ese acento al que nos acostumbramos en las películas; no, el acento "británico" no existe tal como lo conocemos porque en Londres hay una confluencia de culturas y comunidades que dan lugar a tonadas que nada tienen que ver con la pronunciación de la reina. 
No podía no maravillarme al sentir en carne propia la majestuosidad de una ciudad donde ocurrieron algunos de los hechos más grandes de la historia. Mientras estaba perdido ese primer día pensé que las mejores bandas de todos los tiempos habían tocado ahí. Se me cruzó por la mente la guerra en las Malvinas. Sentí escalofríos al pensar que capaz alguien me diría algo sobre el tema, que capaz me increparía. Pensé en las clases de inglés que tomé en el pasado y que doy en el presente. Pensé que quería compartir mi alegría con alguien, pero que en ese momento estaba solo. Nuevamente mi forma de entender el mundo me trasladó a mi Buenos Aires y pensé que más allá de la calentura con esta bestia de ciudad mi primer amor sería siempre la tierra del café con medialunas, los asados y los alfajores.

Todo eso pensé. Y más. 

Double decker bus




Ya era de noche. Al final de ese primer día pude encontrar el Generator Hostel

Llegué a mi habitación, fui a darme una ducha y me tiré a la cama. Dormí como no había dormido nunca.

Continuará.

Flashbacks (transcripción de mi diario de viaje): 



Distributed By My Blogger Themes | Designed By VeeThemes